Las emociones evocan emociones

Agitación emocional, preocupación, ira y vergüenza. Sensaciones que escuecen, se ocultan, confunden y guían. Difíciles o agradables: sin nuestras emociones no sobreviviríamos.

Cada emoción tiene un propósito

Los humanos sentimos cosas todo el tiempo. Nuestras emociones son reacciones naturales a situaciones y acontecimientos. Pueden sentirse en el cuerpo, manifestarse en nuestros pensamientos y también expresarse en nuestros impulsos para la acción, es decir, en cómo actuamos en el momento.

Todas nuestras emociones están ahí por una razón y cada emoción tiene su propio propósito. Las emociones quieren que prestes atención a algo y actúes de distintas maneras. Por ejemplo, cuando te asustas, quieres huir a un lugar seguro. Si te sientes amenazado, es posible que sientas rabia y quieras atacar para escapar del peligro; y si pierdes a alguien o algo que significa mucho para ti, te sentirás triste y es posible que quieras retirarte porque necesitas llorar tu pérdida.

A veces, las emociones hacen sonar la alarma cuando no es necesario. Entonces podemos reaccionar de formas que no nos son útiles. Las emociones no son buenas o malas, son lo que son y no podemos influir en lo que sentimos. Los problemas surgen cuando actuamos en función de nuestras emociones de un modo que no nos beneficia. En tal caso, puede ser útil explorar lo que ocurre en nuestro interior para entender por qué nos sentimos como nos sentimos.

¿Por qué necesitamos emociones?

Nuestras emociones son como un guía interno. Están ahí para decirnos algo; tus emociones pueden señalar tus necesidades. Pueden actuar como una fuerte fuerza motriz y darte la motivación necesaria para cambiar algo que necesitas cambiar.

Algunas emociones, como la ira y la vergüenza, han desempeñado históricamente un papel importante para ayudarnos a sobrevivir. Reaccionar con ira ante una situación peligrosa en la que nuestra vida está amenazada nos ha permitido defendernos y la adrenalina nos ha ayudado, por ejemplo, a correr más rápido cuando necesitamos escapar. Sentir vergüenza ha sido importante en contextos sociales para ayudarnos a reconocer cuándo hemos actuado de forma inadecuada y nos ha ayudado a mantener un lugar en el grupo.

Las señales del cuerpo pueden ser difíciles de interpretar

Podemos albergar emociones reprimidas y no descubiertas; tal vez no seamos conscientes de que están ahí, pero nos afectan.

A veces, estas emociones pueden instalarse en el cuerpo y manifestarse en diferentes síntomas, como tensión muscular, dolor de estómago o dolores de cabeza. Es posible que no reconozcas necesariamente las señales de tu cuerpo y que no las relaciones necesariamente con las emociones. Puede resultar difícil y confuso interpretar lo que ocurre en el cuerpo, y el desfase entre lo que se siente y a qué se debe puede provocar ansiedad.

A algunas personas les resulta más difícil reconocer e interpretar lo que ocurre en su interior, y describírselo a sí mismas y a los demás, por ejemplo aquellos con autismo o TDAH. Si tienes especiales dificultades para reconocer y expresar con palabras tus propias emociones y las de los demás, es posible que padezcas alexitimia.

También puede ocurrir que experimentes lo que sientes con mucha más intensidad que los demás. Puede ser totalmente abrumador y quizá sientas que estás perdiendo el control de ti mismo.

Las emociones evocan emociones

La primera emoción que tienes, como reacción inmediata a lo que te encuentras, puede llamarse emoción primaria. A veces pasa tan rápido que apenas se nota. Como reacción a esa emoción, puedes tener otra, que es secundaria. Por ejemplo, puede que primero te asustes y luego te enfades porque te has asustado. O te sientas triste y avergonzado por ello. Las emociones primarias y secundarias se despiertan en nosotros todo el tiempo, pero las secundarias no siempre son tan útiles. Por ejemplo, si a menudo reaccionas enfadándote cuando tienes que afrontar un duelo, es posible que no recibas el apoyo que necesitas.

El medio ambiente afecta

Algunas de nuestras reacciones emocionales pueden ser aprendidas o estar condicionadas socialmente. Lo que hemos vivido crea una pauta de cómo nos sentimos y reaccionamos en distintas situaciones. También influyen las expectativas sociales sobre nosotros y las normas sociales. Si has crecido en un contexto en el que no se te permitía estar triste, es posible que hayas aprendido a acallar esa emoción. Tu tristeza puede manifestarse entonces en forma de ira o vergüenza.

Si las personas que te rodean juzgan o comentan a menudo tus reacciones emocionales, las desestiman o las consideran poco razonables, es probable que te sientas mal y avergonzado.

Rastrear la emoción

No podemos controlar lo que nos encontraremos en la vida. Tampoco podemos controlar cómo nos sentiremos al respecto. Puede parecer inútil insistir en una emoción sobre la cual no se puede influir o que es insoportablemente fuerte. Pero muchas personas descubren que cuando hacen esto —detenerse e intentar rastrear la emoción— les resulta más fácil detectar aquello que es importante para ellos. Se hace posible frenar los impulsos dañinos y las emociones fuertes se vuelven menos aterradoras.

Puede ser útil empezar por lo que te parezca manejable y no te entusiasme tanto.

Darse cuenta. Si es posible, intenta sólo darte cuenta de lo que sientes. Simplemente dejar que se sienta así durante un rato, sin juzgar.

¿Sientes algo en tu cuerpo? Intenta descubrir dónde se siente la emoción y cómo se siente allí. Puede que sientas hormigueo en las piernas, tensión en los hombros o lentitud en la cabeza. Si no sientes nada en particular, toma conciencia de ello.

¿Qué pensamientos te surgen? Descríbelos, sin juzgarlos ni evaluarlos: «Ahora tengo un pensamiento sobre…».

Control de impulsos. ¿Cuál es tu primer impulso? Si alguien es grosero, puede que surja el impulso de decir «¡qué idiota!», aunque no lo digas en voz alta.

Ayúdate a ti mismo a comprender. ¿Qué le dirías a un amigo en la misma situación?

¿Qué quieres y necesitas? ¿Qué es importante en este momento? ¿Hay algo que puedas hacer para ayudarte?

Ponte de tu lado. A veces no es posible cambiar lo que es. Toma nota de ello. Comprueba si es posible dejarlo ir, distraerte o buscar el apoyo de alguien.

Verificador de datos: Axel Nordin, psicólogo.

Última modificación: 10 de junio de 2024