Atención plena para la depresión y la ansiedad

La atención plena puede reducir el estrés, la preocupación y la ansiedad. Las investigaciones demuestran que este antiguo método, arraigado en la tradición budista, sigue funcionando. Sólo 10 minutos al día pueden cambiar las vías neuronales del cerebro y reducir la amígdala, el centro de alarma del cerebro. Por ello, la atención plena se utiliza en la atención sanitaria para tratar la depresión, la ansiedad y el síndrome de fatiga crónica. Aquí conocerás el método.

Qué es la atención plena?

Atención plena suele denominarse también conciencia plena o mindfulness. Es un método que desarrolla tu capacidad para recordar estar presente en el momento. También puede describirse como un enfoque de la vida que desarrolla la atención, la conciencia y la compasión. Además, la atención plena suele proporcionar una relajación muy necesaria. Un respiro donde desestresarse y simplemente ser.

Para la mayoría de las personas, la atención plena es una nueva forma de ser. Por eso puede resultar difícil, y poco familiar, empezar y hacer pruebas. Tal vez lo hayas intentado pero te hayas sentido perdido, inquieto o ansioso al intentarlo. Es habitual sentirse así. Al mismo tiempo, muchas personas perciben que la atención plena puede ser útil precisamente en estas situaciones.

Una forma de ver lo que es

Recordarse a uno mismo que se debe estar más presente conscientemente tiende a facilitar la toma de decisiones útiles en la vida cotidiana. Aún cuando no lo logramos, la atención plena consiste en ser amables con nosotros mismos, incluso cuando sentimos que no estamos a la altura de nuestras expectativas. La presencia consciente no es algo que conseguimos, sino una forma de ser y de relacionarnos con la realidad.

Distanciarse de los pensamientos negativos

Cada día, nuestra mente se ve inundada por un flujo constante de pensamientos, desde trivialidades cotidianas hasta reflexiones más profundas sobre la vida y el mundo que nos rodea. La mayoría de nuestros pensamientos giran en torno al pasado o al futuro, por lo que rara vez estamos en el presente, que es donde se desarrolla nuestra vida. El cerebro también tiene tendencia a centrarse más en lo negativo que en lo positivo, lo cual no es de mucha ayuda. Cuando nos sentimos mal mentalmente, es fácil caer en un círculo vicioso de pensamientos negativos.

Otro factor es que el mundo que nos rodea ofrece cada vez más estímulos, a medida que avanza la tecnología. En nuestros teléfonos móviles hay todo un mundo de impresiones buscando nuestra atención. Por eso, no es de extrañar que a muchas personas les resulte difícil estar en el aquí y ahora.

A través de la atención plena, puedes crear más distancia a los pensamientos automáticos de tu cerebro y encontrar un enfoque de mayor aceptación. De este modo, podrás estar mejor preparado para convivir con emociones como la preocupación o la ansiedad.

¿En qué se diferencia la meditación de la atención plena?

El cerebro es plástico. Esto significa que es moldeable e influenciable.

La meditación es la parte de la atención plena en la que nos sentamos o tumbamos para practicar activamente el estar aquí y ahora. Por eso suele denominarse práctica formal. Puede reforzar tu capacidad de estar presente conscientemente a lo largo del día.

La atención plena en la vida cotidiana es una forma informal de practicar el estar presente. Es cuando nos recordamos a nosotros mismos que debemos estar presentes incluso en tareas cotidianas como lavarnos las manos.

Sin darte cuenta, probablemente hayas practicado la atención plena muchas veces en tu vida. Por ejemplo, si has estado escuchando una canción muy buena y te has sumergido por completo en la música sin pensar en nada más.

Texto: Caroline Erfass, instructora de atención plena

Meditación: cuenta tus respiraciones

Un ejercicio de meditación que puedes practicar en cualquier lugar es contar tus respiraciones. Puedes intentar contar cada expiración. Cada vez que pierdas la cuenta, toma nota de ello, acepta que ha ocurrido sin juzgarlo y sigue contando. Si pierdes la cuenta por completo, vuelve a empezar desde el número uno. No se trata de llegar a un número determinado, sino de reconocer cuándo tus pensamientos y tu atención se desvían, y notas que ya no estás contando. Entonces habrás practicado atención plena y podrás sentirte satisfecho.

Empezar con una rutina sostenible

Piensa en qué momento del día te resultaría más cómodo meditar un rato. Muchas personas prefieren meditar en casa a primera hora de la mañana, cuando su cerebro aún no ha empezado a funcionar a toda marcha. Si no eres una persona madrugadora o tienes mañanas estresantes, puede que sea mejor buscar otro momento, por ejemplo después de la cena. Puede ser útil crear una rutina sostenible meditando junto con alguna otra cosa que hagas a diario, por ejemplo, después del desayuno o antes de acostarte.

Como principiante, un obstáculo común es ser demasiado ambicioso sobre el tiempo que se debe dedicar a la meditación. Los momentos breves dan para mucho. Pueden ser de 2 a 5 minutos al día, o sólo uno, y con el tiempo ir aumentando de a poco si se siente bien.

Al principio, puede ser útil escuchar meditaciones guiadas. Tal vez mientras caminas, si quedarte sentado te inquieta. Puedes encontrar algunas aquí, en Mind, o dondequiera que escuches podcasts.

Atención plena en la vida cotidiana

Cuando practicamos la atención plena en la vida cotidiana, intentamos experimentar el momento tal y como es. Para ayudarnos, tenemos nuestros sentidos. Intenta hacerte preguntas como:

  • ¿Qué oigo?
  • ¿Qué veo?
  • ¿Huelo o saboreo algo?

Elige una tarea cotidiana que ya hagas todos los días para practicar el estar presente. Puede ser:

  • cuando te lavas las manos,
  • cuando te lavas los dientes,
  • cuando caminas,
  • cuando te duchas,
  • cuando escuchas música,
  • en el transporte público.

He aquí más ejemplos de preguntas que puedes hacerte:

  • ¿Qué sensación produce el agua en la piel?
  • ¿A qué huele el jabón?
  • ¿A qué sabe y huele la pasta de dientes?
  • ¿Cómo se sienten los pies contra el suelo?
  • ¿Cómo suenan los distintos instrumentos?

Gratitud

Otra forma estupenda de practicar la atención plena es crear una rutina de gratitud. La gratitud es una parte importante de la atención plena y nos ayuda a centrarnos más en lo que tenemos que en lo que nos hace falta. Escribir una línea en un diario de gratitud cada día es una forma de reforzar el sentimiento de gratitud. Puede tratarse de cosas tanto pequeñas como grandes. Tampoco importa si estás agradecido por lo mismo todos los días.

Tres momentos de estar presente para empezar

He aquí tres hábitos de atención plena que pueden ser un buen punto de partida.

  • 2 a 5 minutos de meditación
  • Una tarea cotidiana que hay que hacer conscientemente, como lavarse las manos
  • Diario de gratitud en el que se escribe una palabra o frase cada día, por ejemplo, a la hora de acostarse

Experiencias comunes y obstáculos en el camino

Es muy común sentirse inquieto cuando nos sentamos a meditar. Puede parecer aburrido o difícil «no hacer nada». A muchas personas les resulta útil practicar la atención plena en movimiento, por ejemplo durante un paseo.

Cuando practicamos la atención plena, vivimos «el momento presente». Si afloran sentimientos fuertes y difíciles, intenta reconocerlos diciéndote a ti mismo cómo te sientes. Por ejemplo, puedes decirte:

  • «Ahora mismo me siento abrumado»
  • «Ahora mismo me siento triste»
  • «Ahora mismo tengo una fuerte sensación de preocupación»

Cuando reconocemos una emoción, a menudo nos sentimos un poco mejor. La emoción puede permanecer, pero ya no es una amenaza.

Es habitual asustarse ante las emociones fuertes y querer huir cuando aparecen. Quizá sólo puedas estar con tu emoción durante poco tiempo. En este caso, elógiate por intentarlo y muestra compasión por la dificultad.

Con el tiempo, a medida que practiques vivir el momento presente, puede que te resulte más fácil reconocer las emociones difíciles. También puede ser que desarrolles una actitud de mayor aceptación y amabilidad hacia ti mismo para cuando tengas dificultades.

Olvidar y recordar

Si te olvidas de practicar la atención plena, puedes pensar que es bueno que te hayas dado cuenta de que lo olvidaste. Te diste cuenta. Practicar la atención plena en gran medida consiste en olvidar y recordar constantemente. Cuando meditamos, nos sorprendemos constantemente pensando en otras cosas. Así es como practicamos y tomamos conciencia de lo que ocurre en nuestra mente. Nos olvidamos de estar presentes y al cabo de un tiempo nos acordamos, es natural.

También notarás que algunos días es más difícil estar presente que otros. Cuando estamos estresados, es casi imposible no pensar en lo que tenemos por delante o en todo lo que hay que hacer. Entonces te das cuenta de que así son las cosas en este momento. Has reconocido el estrés.

Una rutina de atención plena puede adoptar diferentes formas

Todos somos diferentes. Si sientes que escuchar música o caminar estando presente es lo que te funciona, que así sea. Evita los ejercicios que te parezcan demasiado difíciles. La atención plena funciona mejor cuando no es una obligación, sino que se convierte en algo que quieres hacer y con lo que te sientes bien. Después de un tiempo, la atención plena se convierte en una rutina que casi sucede sin más.

No eres el único que siente que es difícil

Si te sientes mal —quizá te sientas solo—, intenta recordar que muchas otras personas se sienten igual que tú. Justo en este momento. Es una forma estupenda de conectar con otras personas que se enfrentan a los mismos retos. Recordarse a uno mismo la interconexión con los demás es también una forma de practicar la atención plena.

Texto: Caroline Erfass, instructora de atención plena